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¡Lo que nos faltaba! La ciencia confirmó que oler comida, engorda

Pasar por una panadería y sentir el aroma a pan calentito, o poder identificar una parrilla a 100 metros a la redonda son cualidades que muchos disfrutan tener. Sin embargo, este simple hecho, perjudica a la balanza. Si,oler engorda.

Esta triste noticia fue confirmada por la Universidad de California y sus autores comprobaron que carecer de olfato favorece el adelgazamiento. Por el contrario, tener muy desarrollado este sentido hace que engordemos, aunque se coma lo mismo que los sujetos que no pueden oler.

“Los sistemas sensoriales desempeñan un papel en el metabolismo, de forma que el aumento de peso no es sólo una medida de las calorías consumidas, sino también de cómo se perciben esas calorías”, explicó al diario El País Andriew Dillin, principal investigador del proyecto.

Según explica Celine Riera, coautora del estudio, “los individuos son más sensibles a los olores cuando tienen hambre que después de haber comido. Mientras el cuerpo busca comida, almacena calorías de reserva, pero cuando la comida está asegurada, el cuerpo se siente libre para quemarla”. Por esta razón, tal vez la falta de olfato engañe al organismo haciéndole creer que ya ha comido.

Pero no todo está perdido aún. La buena noticia es que la investigación se realizó en ratones y necesita confirmación en humanos.”Las investigaciones con humanos realizadas hasta el momento indican que ciertamente aspectos sensoriales (y especialmente el olfato) pueden contribuir y mediar en la ingesta alimentaria”. Sin embargo, no pueden determinar “en qué medida este hallazgo es indicativo de causa-efecto”.

 

“Generalmente, hay un primer impacto visual, seguido del gusto y del olfato, que culmina con el tacto y el oído. Esa conjunción sensorial puede ser una invitación a comer más de la cuenta“, sostiene la nutricionista Cruz M. Rosillo, especializada en Gastronomía y cultura alimentaria.

Para atacar a todos los sentidos, existen distintas tácticas. Una de ellas es presentar todos los alimentos dispuestos a la vez en la mesa para sentir que disponemos de un menú generoso y completo; comer en espacios tranquilos y luminosos, debido a que la oscuridad dificulta la saciedad. Y utilizar platos con colores blancos y cálidos para aumentar la intensidad del sabor y la sensación de dulzor.


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